“Al fútbol siempre debe jugarse de manera atractiva, debes
jugar de manera ofensiva, debe ser un espectáculo”
Muy pocos jugadores pueden equipararse a figuras como Pelé,
Beckenbauer o Maradona. Aunque nunca ha ganado un título internacional con su
selección nacional y sólo ha intervenido en una Copa Mundial de la FIFA, Johan
Cruyff es uno de ellos. Fue tal el talento natural que desplegó, que
el maestro holandés goza de una indiscutible reputación como uno de los más
grandes futbolistas de todos los tiempos.
Leyenda del Ajax
Cruyff se crió a la sombra del estadio y del campo de entrenamiento del
Ajax de Amsterdam, donde trabajaba su madre, en el servicio de lavandería y
limpieza. Su padre murió de un ataque al corazón cuando Johan tenía 12 años.
Desde muy temprana edad, el joven Cruyff puso su mira en un solo objetivo:
convertirse en futbolista profesional. Comenzó a entrenarse formalmente cuando
tenía siete años y, para horror de su madre, dejó los estudios a los 13 para concentrarse
exclusivamente en el deporte.
El legendario entrenador Rinus Michel le echó el ojo al
flaco futbolista que tanto prometía y preparó un programa de ejercicio físico,
concebido especialmente para desarrollar su endeble complexión, con el fin de
que fuera capaz de soportar los rigores de una carrera profesional. Cruyff
irrumpió en el primer equipo del Ajax a los 17 años y, dos años después, en
1966, consiguió el primero de los nueve títulos de la liga holandesa que
acabarían pasando por sus manos.
Pronto adquirió fama internacional como futbolista elegante,
de pies ligeros y bien dotado técnicamente, que nunca hacía entradas fuertes.
Era creador de juego, lanzador y marcador, todo reunido en un mismo cuerpo, con
una habilidad para sincronizar un centro que nunca se vio antes ni después.
También se hacía notar fuera del terreno de juego.
Demostraba una gran confianza en sí mismo y una gran pasión por defender sus
propias convicciones, hasta el punto de que no se mordía la lengua ni para
evitar hacerse enemigos. Esta forma de ser no siempre le ha favorecido; por
ejemplo, perdió el brazalete de capitán del Ajax en una votación de sus
compañeros de equipo en 1973. Además, se han aireado acusaciones de arrogancia
a partir de citas entresacadas de las entrevistas que concedía: "No creo
que llegue el día en el que se mencione el nombre de Cruyff y la gente no sepa
de lo que se está hablando"; o bien: "Antes de cometer un error, no
cometo ese error".
La Naranja
Mecánica se presenta al mundo
Para ser uno de los jugadores más grandes de todos los tiempos, la carrera
internacional de Cruyff fue relativamente corta. Hizo su debut con la selección
holandesa en septiembre de 1966, en un partido contra Hungría y, en total,
vistió la camiseta del equipo 48 veces antes de retirarse en 1977. Su última
hazaña como internacional fue contribuir a la clasificación de Holanda para la
Copa Mundial de 1978 en Argentina, aunque ya entonces sólo jugaba los partidos
más importantes.
Su mayor logro como internacional llegó en la Copa Mundial
de la FIFA Alemania 1974. Holanda entró en el torneo con pocas expectativas,
pues había pasado apuros para clasificarse. Además, el equipo daba pocas
señales de compenetrarse con las tácticas del seleccionador Rinus Michels, que
se había incorporado bastante tarde al banquillo como sustituto de Frantisek
Fadrhonc. Para sorpresa de todos, las piezas del rompecabezas encajaron
repentinamente y, después de la primera ronda, Holanda fue aclamada de manera
unánime por la prensa internacional como favorita para alzarse con el título.
Los holandeses encandilaron al mundo con su fútbol total, un
estilo de juego que el propio Cruyff encarnaba. Aunque en la alineación
aparecía como delantero centro, merodeaba por todo el campo y surgía allí donde
podía hacerle más daño al rival. Los demás jugadores se adaptaban con
flexibilidad a su rotación, intercambiando posiciones con frecuencia, de modo
que las funciones tácticas del equipo siempre se cumplían, pero no siempre por
la misma persona. Se trataba de una concepción revolucionaria que cautivó al
mundo entero.
Era la hora de los naranjas y de Cruyff. En la segunda
vuelta, el propio maestro materializó sus dos primeros goles en la vapuleada
por 4-0 que Holanda infligió a Argentina, posiblemente el mejor partido del
torneo. El enfrentamiento con Alemania Oriental fue un asunto más comedido, que
los holandeses ganaron por 2-0. En el último de los partidos de la segunda
ronda de grupos, Holanda se encontró con Brasil, en lo que prácticamente se
consideró como una semifinal. Al final del turbulento choque, Holanda salió
vencedora por 2-0. Cruyff marcó el segundo gol holandés de una espectacular
volea en el minuto 65. El maestro enganchó un centro de Krol, pilló a contrapié
al guardameta Emerson Leao, y su remate entró por el primer palo.
Cruyff volvió a hacer una exhibición de su talento en la
final. Desde el saque inicial, los holandeses hicieron circular el balón entre
sus filas sin permitir que los alemanes lo tocaran ni una sola vez. De un
jugador naranja a otro, el esférico regresó a Cruyff, que se lanzó en carrera,
se zafó de Vogts y fue derribado por Hoeness dentro del área. Neeskens
transformó la falta en gol desde el punto penal, sin que ningún jugador alemán
hubiera tenido ocasión de tocar el balón. Sin embargo, los holandeses no
supieron aprovechar su ventaja, y permitieron que los alemanes regresaran al
partido. El equipo anfitrión empató a raíz de otro penal y, a dos minutos del
descanso, se adelantó por medio de Gerd Muller. En la segunda mitad, los
holandeses no pudieron superar la infranqueable barrera de Sepp Maier y dejaron
escapar el trofeo. El título de mejor jugador del torneo, adjudicado a Cruyff,
fue un pobre consuelo.
Durante el torneo de Alemania, Cruyff anunció que no jugaría
en la siguiente Copa Mundial, que se iba a celebrar en Argentina,
principalmente porque no quería estar alejado de su familia durante tanto
tiempo. Eso y sus desavenencias con la asociación de fútbol de su país
acarrearon el prematuro final de su carrera internacional.
Un éxito natural
Sin embargo, en el fútbol de clubes, Cruyff continuó
sobresaliendo. Entre 1971 y 1973, ganó tres veces consecutivas la Copa de
Europa con el Ajax de Amsterdam. En 1973, se fue a España a jugar en el
Barcelona y conquistó el título de liga en su primera temporada con
los azulgranas.
Anunció su retirada en 1978, pero volvió a pisar los
terrenos de juego en mayo de 1979, concretamente en Estados Unidos, donde pasó
un par de temporadas antes de regresar a España para una estancia muy breve en
el Levante, un equipo de segunda división. En verano de 1981 regresó al Ajax
para poner el broche de oro a su carrera en su propio país y ganó la liga y la
Copa de Holanda con el club en el que había debutado como profesional.
En 1983, se marchó al Feyenoord, el acérrimo rival del Ajax,
con el que también consiguió el doblete. Con 30 años cumplidos, Cruyff
sorprendió a todos desplegando lo que algunos estimaron como el mejor fútbol de
su vida, y fue elegido el mejor futbolista de los Países Bajos en 1983 y 1984.
El más grande jugador holandés de todos los tiempos colgó definitivamente las
botas en 1984.
Su regreso a Barcelona
Aunque Cruyff no contaba con la preparación técnica propia de un entrenador, ocupó el puesto de director técnico del Ajax de Amsterdam al principio de la temporada 1985-86. Cruyff aportó más trofeos a las vitrinas del club (lo llevó al triunfo en la Recopa de Europa de 1987) y, antes de su marcha al año siguiente, había contribuido a la formación de jóvenes promesas como Dennis Bergkamp, Aaron Winter, Brian Roy, y los hermanos Rob y Richard Witschge.
Regresando al mismo camino que había seguido como
futbolista, Cruyff pasó del Ajax al Barcelona, donde se instaló como director
técnico. Allí se propuso reconstruir el equipo: dejó marchar a una docena de
jugadores, el alemán Bernd Schuster entre ellos, y contrató a nuevas estrellas.
Al cabo de poco tiempo había configurado uno de los equipos más espectaculares
del fútbol de clubes europeo, el conocido como Dream Team, que ganó la
Copa de Europa en 1992 y cuatro campeonatos de liga consecutivos.
Después de ocho años de colaboración, Johan
Cruyff y el Barcelona se separaron por segunda vez en 1996. Cruyff,
que tuvo que dejar de fumar tras una operación de bypass en 1991 y volvió a
padecer problemas de corazón en 1997, juró que no volvería a entrenar y ha
cumplido su palabra. Su herencia quedará para la eternidad.
Como él mismo dijo en cierta ocasión acerca de la selección
de Holanda:
"Demostramos al mundo que puedes divertirte mucho como
futbolista, que puedes reír y pasártelo en grande. Yo represento una época que
dejó claro que el fútbol bonito es divertido y que, además, con él se
conquistan triunfos".
This Is Sport...
No hay comentarios:
Publicar un comentario